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cala Basordas en 1927 (foto publicada en blog de Willy Uribe) |
¿Qué quiere decir eso? Pues quiere decir que lo que
corresponde es restaurar ambientalmente la cala de Basorda y dedicarla a un uso
público, quizá mediante la habilitación de un parque como lugar de memoria. Y
con estos objetivos debería ser compatible y a ellos debería estar supeditado
cualquier otro proyecto que pretenda desarrollase en ese espacio. En todo caso,
y esto es tan importante o más que lo anterior, la decisión sobre lo que
finalmente se haga no debería ser unilateral, sino basarse en el mayor consenso
político y social posible, pues la memoria, si para algo ha de servir, ha de
ser para casos como este. A este pack, restauración/uso público/decisiones
compartidas, es a lo que nos referimos cuando reclamamos para Lemoiz un uso
coherente con su historia.
La restauración ambiental de la cala y el disfrute
público de los terrenos no son cuestiones arbitrarias. Por una parte, la
central se construyó en gran parte sobre dominio público marítimo-terrestre, en
un emplazamiento que aún hoy posee un gran valor natural, y, puesto que el
proyecto para el que se hizo la concesión se ha extinguido, lo que procede,
incluso desde un punto de vista estrictamente legal, es devolverlo a su estado
original en la medida de lo posible, claro. Un apartado que, en justicia,
debiera recaer en buena medida en quien lo destrozó (Iberduero); hoy en su
actual titular, Iberdrola. Por otra, el disfrute público es de sentido común,
ya que ha sido la ciudadanía la que ha comprado ese espacio, instalaciones
incluidas, y lo ha hecho además a precio de oro. Recordémoslo…
La ciudadanía ha pagado hasta el 26 de octubre de
2015, es decir, hasta ayer mismo, como quien dice, un sobrecosto en el recibo
de la luz para indemnizar a las eléctricas por la moratoria nuclear de 1984, en
virtud de la cual la central de Lemoiz quedó formalmente paralizada, junto con
las de Valdecaballeros y Trillo II. El Estado reconoció a las eléctricas, con
Iberduero a la cabeza, que, hasta la paralización de las obras de esas centrales,
habían hecho en ellas una inversión de 2.300 millones de euros. Sin embargo,
las compensaciones a través del sobrecosto en los recibos de la luz, hecho
efectivo entre 1996 y 2015, han ascendido a 5.717 millones, según fuentes
oficiales. ¿Es exagerado decir que la ciudadanía ha comprado este espacio a
precio de oro? En nuestra opinión, el Gobierno Vasco haría mal si, sin tener en
cuenta estos antecedentes, lo destinase a cualquier uso, como si se tratase de
un bien adquirido por procedimientos más convencionales.
¿Pero Eguzki está a favor o en contra del proyecto
de piscifactoría? Eguzki está a favor de empezar la casa por los cimientos. En
ese sentido, lo que toca, en nuestra opinión, es planificar el futuro de la
cala, que hasta ahora ha sido poco menos que un agujero negro en el
planeamiento. Es en el marco de esa planificación, que, ya lo hemos dicho,
querríamos coherente con la historia, en el que debería analizarse “si cabe o
no” el proyecto que baraja el Gobierno Vasco. ¿Para qué tanta DOT y tanta historia
si el territorio se sigue ordenando a golpe de proyecto singular?
Y, puesto que estamos a favor de empezar la casa por
los cimientos, estamos en contra de hacerlo por el tejado, que ha sido la
opción que, sin duda consciente e interesadamente, ha escogido la consejera
Tapia. Avanzando que se van a invertir tantos y cuántos millones y, sobre todo,
que se van a crear tantos y cuántos puestos de trabajo, seguramente ha querido
neutralizar desde el primer momento el impacto en la opinión pública de las
posibles críticas al proyecto, las primeras de las cuales, por cierto, ya han
llegado por parte de algún partido y algún sindicato,. Normal, porque una
piscifactoría, menos aún una macropiscifactoría, no es precisamente una
industria inocua.
Las apelaciones a la importancia de la memoria
histórica podrán ser tan enfáticas y frecuentes como se quiera, pero serán
vacuas si luego no existe interés para aplicar sus enseñanzas ni siquiera en un
caso tan emblemático como este de Lemoiz.
BIZKAIKO EGUZKI