La organización ecologista Eguzki ya en 2012 lanzó una alarma por la fumigación masiva con el plaguicida Foray 48B desde el aire y mediante avionetas por mandato del Servicio de Montes de Diputación, los cultivos forestales intensivos (pinares,…) que ocupan miles de hectáreas de Gipuzkoa, y aquejados de numerosas enfermedades originadas precisamente por la política forestal intensiva y de monocultivos comerciales llevada durante décadas por este ente foral.
Estos pinares son producto de una política forestal caduca, perteneciente al pasado, e inscrita en una visión neoliberal de las montañas, y que ha buscado explotar y extraer de manera intensiva y hasta la saciedad los recursos naturales de nuestras montañas. Sin embargo, con el fin de garantizar un medio ambiente y una salud pública adecuadas, la Diputación debe reorientar y corregir este tipo de prácticas intensivas, impulsadas por sectores privados con claros intereses particulares (Asociación de Propietarios Forestales), financiándose además estas fumigaciones con dinero público.....
Estos envenenamientos masivos de miles de hectáreas de bosques, prados, cultivos, áreas protegidas, cauces fluviales, manantiales y caseríos, etc, han sido denunciados reiteradamente por organizaciones ecologistas, agrarias y de la salud en Euskal Herria y en todo el planeta. Asimismo, las explotaciones agroganaderas de certificación ecológica, el medio acuático y las captaciones de agua, numerosas especies de flora y fauna salvajes (insectos e invertebrados, anfibios, aves, murciélagos, etc.), y otras de interés micológico son altamente sensibles a este tipo de contaminación biológica-química indiscriminada.
Igualmente, dada la delicada situación de la abeja autóctona -fundamental en la polinización de flores y cultivos- y los efectos de la invasión de la avispa asiática en sus poblaciones, la fumigación indiscriminada de miles de hectáreas puede resultar más perjudicial que incluso la acción de aquella especie invasora. No en vano la Comisión Europea ha prohibido en 2013 el uso de tres insecticidas relacionados con el declive de las abejas. Hacemos un especial llamamiento a apicultores, a agricultores que trabajan por la soberanía alimentaria y a responsables municipales de las decenas de municipios afectados por la fumigación masiva, para detener esta nueva acción consecuencia de la política forestal intensiva, todavía no erradicada en la Diputación de Gipuzkoa.
La Directiva 2009/128/CE, sobre el uso sostenibe de los plaguicidas, establece en su artículo 9 que con carácter general los estados garantizarán la prohibición de las pulverizaciones aéreas.
En Canadá y tras importantes movilizaciones sociales de ecologistas, municipios, apicultores y agricultores, el gobierno ha paralizado las fumigaciones aéreas con el plaguicida Foray 48B, que viene usando el Servicio de Montes foral.
Llama la atención que para resolver un problema generado (plagas forestales) por un sector privado ampliamente desprestigiado (Asociación de Propietarios Forestales) que ha conducido a la ruina (intensificación forestal, artificialización de nuestras montañas, alta dependencia de subsidios públicos, destrucción y extinción de hábitats naturales y especies, monocultivos forestales, destrucción del paisaje, etc.) se detraigan extensos recursos económicos públicos, máxime cuando los beneficios quedan exclusivamente en manos privadas, socializando los daños y perjuicios ambientales y sanitarios.
Estos pinares son producto de una política forestal caduca, perteneciente al pasado, e inscrita en una visión neoliberal de las montañas, y que ha buscado explotar y extraer de manera intensiva y hasta la saciedad los recursos naturales de nuestras montañas. Sin embargo, con el fin de garantizar un medio ambiente y una salud pública adecuadas, la Diputación debe reorientar y corregir este tipo de prácticas intensivas, impulsadas por sectores privados con claros intereses particulares (Asociación de Propietarios Forestales), financiándose además estas fumigaciones con dinero público.....
Estos envenenamientos masivos de miles de hectáreas de bosques, prados, cultivos, áreas protegidas, cauces fluviales, manantiales y caseríos, etc, han sido denunciados reiteradamente por organizaciones ecologistas, agrarias y de la salud en Euskal Herria y en todo el planeta. Asimismo, las explotaciones agroganaderas de certificación ecológica, el medio acuático y las captaciones de agua, numerosas especies de flora y fauna salvajes (insectos e invertebrados, anfibios, aves, murciélagos, etc.), y otras de interés micológico son altamente sensibles a este tipo de contaminación biológica-química indiscriminada.
Igualmente, dada la delicada situación de la abeja autóctona -fundamental en la polinización de flores y cultivos- y los efectos de la invasión de la avispa asiática en sus poblaciones, la fumigación indiscriminada de miles de hectáreas puede resultar más perjudicial que incluso la acción de aquella especie invasora. No en vano la Comisión Europea ha prohibido en 2013 el uso de tres insecticidas relacionados con el declive de las abejas. Hacemos un especial llamamiento a apicultores, a agricultores que trabajan por la soberanía alimentaria y a responsables municipales de las decenas de municipios afectados por la fumigación masiva, para detener esta nueva acción consecuencia de la política forestal intensiva, todavía no erradicada en la Diputación de Gipuzkoa.
La Directiva 2009/128/CE, sobre el uso sostenibe de los plaguicidas, establece en su artículo 9 que con carácter general los estados garantizarán la prohibición de las pulverizaciones aéreas.
En Canadá y tras importantes movilizaciones sociales de ecologistas, municipios, apicultores y agricultores, el gobierno ha paralizado las fumigaciones aéreas con el plaguicida Foray 48B, que viene usando el Servicio de Montes foral.
Llama la atención que para resolver un problema generado (plagas forestales) por un sector privado ampliamente desprestigiado (Asociación de Propietarios Forestales) que ha conducido a la ruina (intensificación forestal, artificialización de nuestras montañas, alta dependencia de subsidios públicos, destrucción y extinción de hábitats naturales y especies, monocultivos forestales, destrucción del paisaje, etc.) se detraigan extensos recursos económicos públicos, máxime cuando los beneficios quedan exclusivamente en manos privadas, socializando los daños y perjuicios ambientales y sanitarios.